sábado, 8 de octubre de 2011

6º Relato: Lactancia y Juventud

Cuando me quede embarazada con 19 años, aunque joven fui lo suficientemente madura para tener claro que quería amamantar a mi bebe y pase todo el embarazo deseando que llegase el parto para poder compartir con ella, Carla, mi bebe, un momento tan intimo como la lactancia materna. Llegó el momento y Carla nació por cesárea por venir de nalgas y nos tuvieron ¡¡¡12 horas separadas!!! Cuando nos encontramos ella me miraba intentando conocerme y esa noche dormimos muy relajadas las dos (imagino que le darían un biberón en la sala de cunas). A la mañana siguiente comencé con tesón y paciencia la lactancia pero pasaban los días y los pezones se volvían rosados y rojos y llenos de heridas, ¡llegaron las temidas grietas! En el hospital no me ayudaban y encima tuve que estar más tiempo ingresada (15 días), llegaba el momento de darla de mamar y me ponía a llorar de lo que me dolían. Esos días fueron los peores de mi vida, cada día que pasaba y no me iba a casa era un suplicio para mí, gracias a que tuve a mi madre cerca pude sobrellevarlo, aun así estuve llorando a todas horas.
Una vez en casa y con la visita a la matrona decidí dejar de darla de mamar pues veía las estrellas cada vez que la ponía al pecho, me mandaron una crema que fue mano de santo pero… no tuve la suficiente valentía para relactar, mi madre me animaba pero tenía tanto miedo…
Me quedé tan triste cuando no pude darla de mamar, crear ese vinculo tan bonito y que dura eternamente… que pensé que cuando tuviera otro hijo le daría de mamar el máximo tiempo posible. Y así cuatro años después llegó la noticia: ¡estoy embarazada! Ya planeaba mi lactancia y rezaba porque mi parto fuese vaginal, hablaba con mi bebe que se colocase con la cabeza hacia abajo para que pudiese nacer sin separarla de mi, y así fue, en el mes de la madre, Mayo, nació en parto natural, muy medicalizado pero natural y nada más nacer, encima de mi pecho, contacto piel con piel ¡vaya sensación! Mi hija tumbada encima de mí, enseguida quise ponerla al pecho y así fue Sofía se enganchó y mamó durante 30 minutos, se quedó dormida en mi pecho y al día siguiente de nacer estuvo todo el día en la teta... en cuanto hacía un ruidito a la teta, así conseguí que el segundo día me subiese la leche. Llegamos a casa y continuamos con la lactancia haciendo de esos momentos únicos entre nosotras. Ni en los momentos tan complicados que pasamos después (mi suegro falleció justo una semana después de nacer la niña) dejamos de tener estos momentos, no nos separamos ni en el entierro. Sofía permaneció tranquila en estos duros momentos y la lactancia no se resintió en ningún instante. A los dos meses, una mastitis aparece en nuestras vidas, voy al médico pues me duele mucho y me mandan antibióticos que son compatibles con la lactancia, continuo con ella y en la ducha me doy masajes en el pecho ¡duele! ¡duele mucho! Pero se que masajear en la zona que esta dura es bueno para deshacer la mastitis y en tres días el pecho está totalmente recuperado. A los tres meses apareció la llamada “crisis de los 3 meses”: Sofia demandaba mamar a todas horas y en contra de las opiniones de mis allegados (madre, suegra, médico…) yo continué dándola de mamar sin ningún suplemento hasta los 6 meses.
Después de esto continuamos con la lactancia hasta los 20 meses. Me dio mucha pena que ella misma decidiese dejar de mamar pues por mi, hoy en día, continuaría dándola el pecho, pero no fue una decisión mía, fue la primera decisión que ella tomó por sí misma.

Aránzazu.

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