PAULA Y AARÓN



Soy Paula, la mamá de Aarón. Le puse ese nombre porque me gustó su significado:
en hebreo, “el que trae la luz”.Nunca imaginé que sería tan cierto. Por circunstancias
de la vida, nos hemos quedado solos, él y yo, y Aarón es efectivamente la luz de mi
camino, mi sol de cada día, y la razón por la que me levanto de la cama cada mañana
con ilusión, pues al ver su sonrisa al despertar se me olvidan todos los problemas.


Yo trabajaba por las tardes como monitora en un gimnasio, y cuando iba por mi quinto
mes de embarazo tuve que dejar las clases por prescripción médica. El ginecólogo me
recomendó que hiciera “cosas normales de embarazadas”, así que me apunté a yoga
prenatal, y ese fue el principio…


Mi profe de yoga (gracias, Arantxa), el libro que me regaló mi tía (“La revolución del
nacimiento” de Isabel Fernández del Castillo), y el que me regaló mi prima (“Bésame
mucho”, de Carlos González) despertaron en mí el interés por “la otra manera de hacer
las cosas”, y así busqué la forma de tener un parto respetado. Lo tuve. Todo salió
perfecto y Aarón llegó al mundo tal y como yo lo deseaba: con mucho amor y pocos
médicos (en realidad ninguno, sólo la matrona, María).


Desde el primer momento funcionó la lactancia materna, a los cinco minutos de nacer
ya estaba enganchado en mi pecho. Han pasado seis meses y continúo amamantándolo,
y espero seguir haciéndolo durante mucho tiempo aún.


Al principio he de reconocer que estaba asustada, porque mi bebé no traía manual de
instrucciones. Todo el mundo, madres, suegras, vecinas, quiere darte consejos sobre
cómo debes hacer las cosas, y curiosamente, esos consejos pueden ser totalmente
opuestos dependiendo de quién te los dé. Total, que te vuelves loca y no sabes a quién
hacerle caso.
Luego te paras a pensar. Y te das cuenta de que lo que te dicen no coincide con lo que
realmente quieres y te hace feliz: dale un biberón que se queda con hambre; no le cojas
que se acostumbra; ¿duermes con él? Vas a tener un problemón; déjale llorar que le
expande los pulmones; a los seis meses la teta ya no le alimenta; le llevas todo el día
encima, le estás malcriando, etc
O sea, todo lo que te gusta y hace que tu hijo y tú disfrutéis, está prohibido.
¿Quién está equivocado, ellos o yo? En realidad, nadie. Es sólo que tú quieres vivir
tu maternidad de otra manera, y a veces desde fuera no lo entienden, porque no es “lo
normal”.


Por eso me alegra tanto haber conocido a otras mamás y papás que piensan como yo,
que quieren para sus hijos una crianza diferente, con apego y mucho cariño.
Y con esa ilusión, la de arroparnos y apoyarnos unos a otros en el cuidado de nuestros
niños, ha nacido nuestra asociación. Un ámbito en el que poner en común nuestras
experiencias y ayudarnos con nuestras dudas. Cuando te rodeas de gente que te
comprende, todo resulta más fácil. Ya no estoy sola.


Finalmente pues, he comprendido por qué no hay instrucciones: no son necesarias.
Basta con seguir tu instinto, nadie mejor que tú sabe qué necesita tu hijo en cada
momento y a día de hoy, cuando mi niño tiene seis meses y medio, estoy orgullosa de
verle crecer sano y feliz.
Dentro de “Besos y Brazos” espero seguir aprendiendo día a día y, por qué no, poder
ayudar a otras mamás que lo necesiten a través de mi experiencia, que desde luego hasta
el momento, es maravillosa.


Gracias a todos los que me habéis guiado hasta aquí. Gracias “Besos y Brazos”.
Y sobre todo, Gracias Aarón.
Paula.